Seguridad

Los grupos de autodefensa en México: evidencia de un gobierno ausente

(Segunda parte)

Mario Samuel Rico

     Cada vez tienen una mayor presencia en el país y en cuestión de meses han escalado de ser algunos, a ser muchos; de ser pequeños conjuntos de vecinos castigando delincuentes a convertirse en grupos que tienen muy claro su objetivo, que viven y dedican parte de sus vidas a la búsqueda de la seguridad que el gobierno no les ha proporcionado, y que tienen por seguro que no les proporcionará.

    Ha quedado a la vista a pesar de todo discurso, que es de mayor importancia para el Estado el mantener una imagen de legitimidad y de cierta armonía en medio de una constante búsqueda de desarrollo, que un verdadero conjunto de acciones que logren la seguridad y el progreso tanto económico como educativo en las comunidades del interior de la república.

     Y en una historia de la que parece solo se ha visto el comienzo cabe la pregunta: ¿Podría ser acaso una forma de hacer indispensable la existencia de un mando único policial logrando que este compromiso cumplido sea una bandera con fines electorales?

   Lo que queda claro es que los gobiernos involucrados evaden la responsabilidad de brindar seguridad a sus ciudadanos, dejando en el abandono a millones de personas y por desgracia en espera de que alguien represente, de un modo o de otro, su ignorado deseo de justicia.

    Los habitantes de estas comunidades se han dado cuenta, ya sea por los constantes descubrimientos de corrupción y excesos de los gobernadores y exgobernadores o ya sea porque lo viven desde hace años, que las autoridades no van a hacer nada por ellos y que gran pate sus representantes viven en complicidad con el crimen organizado.

    Todo esto nos lleva a la primera semana de marzo del presente año en Michoacán, el mejor ejemplo de un gobierno ausente, lejano e ineficiente; cuando elementos del Ejército mexicano detuvieron en la localidad de Buenavista Tomatlán a varios de los integrantes de una guardia comunitaria que viajaban armados en camionetas por la carretera.

    Dando como resultado un total de 51 detenidos y que a su vez provoco que en los siguientes días una manifestación de pobladores de esta comunidad retuvieran a 40 militares por varias horas en demanda de la liberación de los aprehendidos.

     Al final, la negociación de autoridades locales y de la Sedena logró que los militares fueran liberados y se comprometiera una constante presencia castrense en el área para brindar mayor seguridad, junto con la promesa de “asesoría” en el proceso penal para el total de los detenidos anteriormente por el ejército.

      Pero el problema continuó avanzado y de promesas y lejanos pronósticos se llenaron las pantallas televisivas; hasta que en un video en You Tube el líder de “los caballeros templarios”, Servando Gómez, alias “la Tuta” lanzo una fuerte amenaza a Hipólito Mora, líder a su vez del grupo de autodefensa de la Ruana.

    La Tuta, uno de los líderes fundadores de este grupo de tipo sectario surgido en 2011, en estos “comunicados” relaciona a las autodefensas con el Cartel de Jalisco Nueva Generación y con los zetas, y en un acto extremo ha sitiado prácticamente esta localidad con el argumento de que solo podrán entrar o comerciar aquellos que no estén relacionados con los cárteles arriba mencionados.

   En palabras de Hipólito Mora, quien afirma no tener miedo a la amenaza y al que hasta le parece graciosa esta actitud por parte de La Tuta; el ejército está en la Ruana actualmente. Y sin embargo, queda muy claro a quien están cuidando, pues no han hecho hasta ahora nada por quitar el estado de sitio en el que se encuentran estas comunidades por culpa de los grupos del crimen organizado.

   Hace pocos días en un anunciado “rescate” a la sociedad michoacana fue nombrado nuevo secretario de seguridad pública el general Brigadier Alberto Reyes Vaca, funcionario que parece tendrá extensas facultades  pero que; sin embargo, solo remite al recuerdo de un hecho similar de hace seis años con el fallido Operativo Conjunto Michoacán de  Felipe Calderón.

   Algo preocupante al igual que en esta ocasión fue a principios de sexenio que se implementó un operativo que marcó el inicio de la “guerra contra el narco” y que fue cuestionado duramente por las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron y que entre otras cosas dejó muertos en los hogares de las víctimas y farsas mediáticas, más que criminales en las cárceles.

    Es un estado ausente la causa, y por otra parte, un estado ineficiente el centro de este conflicto de seguridad del que poco a poco los ciudadanos y los habitantes de las comunidades empiezan a darse cuenta en su desesperación y su hartazgo, que son los únicos que pueden hacer algo para asegurar la tranquilidad de sus familias y evitar los asesinatos y el cobro de piso al que las organizaciones criminales los someten.

    Sin embargo, por ahora los retenes de los caballeros templarios a las comunidades afectadas como la de la Ruana parece no tendrán una pronta solución, y es más probable que el ejército y las fuerzas federales de seguridad actúen como primer acto, en contra de los grupos de autodefensa.

     Lo más lógico es que los desarmen y consignen antes que ejercer acción alguna contra la delincuencia organizada, que bien arraigados y amparados en la corrupción, generan enormes cantidades de dinero por sus actividades, obteniendo protección de los diferentes órdenes de gobierno estatal y federal.

     Estos grupos, por ahora, son noticia en Michoacán pero ¿cuánto falta para que lo sean en Guerrero o en el Estado de México? o que sean patrocinados en su totalidad por grupos rivales del crimen organizado. Al final esta historia se escribe todos los días, y no solo en las alejadas comunidades del interior de la república, sino en todo el país.

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